Una Almería en vías de extinción

Hay una ciudad en Almería que agoniza y a poca gente parece importarle. Es una dimensión arquitectónica singular, importante patrimonio urbano, cultural, histórico y social, que se concentra fundamentalmente en el Casco Histórico. La ciudad vieja de la capital está en vías de extinción. No hay más que darse un paseo por todas las calles del casco viejo para darse cuenta de la cantidad de edificios singulares cerrados, inhabitados, tapiadas sus ventanas, amenazando ruinas, contando los días que quedan hasta la defunción definitiva. Esas casas singulares tienen propietarios, por supuesto, que en muchos casos han puesto precio a la venta de la casa, a la espera de que salga comprador o esperar a que la ruina provoque la demolición para dejar libre un solar donde construir. Y así hacer negocio a costa de la identidad de una ciudad histórica condenada a desaparecer.

Vivienda deteriorada situada en el Casco Histórico de Almería

El problema arquitectónico de Almería es una cuestión urbanística por resolver. Da la sensación de que no existe un modelo de futuro para abordar no sólo la estética sino también la ética de la vida cotidiana, lo que significa el hábitat arquitectónico de Almería y la conciencia de su población, la fauna urbana. Por eso es un momento muy propicio para involucrar a los almerienses en un debate libre y abierto, entre todos los grupos sociales y estudiosos en la materia. El principio general, el punto de partida, no puede ser objeto de duda: el espacio urbano se define como una dimensión cultural fundamentalmente. Los criterios del interés económico no pueden presentarse como la prioridad del desarrollo urbano.

Es interesante la vigencia de las palabras del poeta José Ángel Valente (1929-2000), con motivo del seminario ‘Fin de Siglo y Formas de Modernidad’, en 1988 celebrado en Almería, la ciudad a la que se vinculó en los últimos año de su vida. La organización de la mesa redonda, ‘La ciudad de Almería como forma de vida cotidiana’, estaba plenamente justificada, como principio de una serie de debates públicos para ceder la palabra al ciudadano y brindarle la oportunidad de exponer cuáles son los problemas de la vida cotidiana almeriense.

En 1988, José Ángel Valente manifestó a este periodista, con motivo de la mesa redonda, “yo tuve el primer contacto con Almería alrededor de 1970, y recuerdo que en esa época Almería todavía era una ciudad que estaba relativamente conservada. Luego volví trece años más tarde y pude ver que se había operado una destrucción de la ciudad que yo tenia n mi memoria. Digo esto porque creo que, en la vida diaria, el ciudadano almeriense, por una serie de factores en cuyo análisis se podía entrar,  está perdiendo la memoria de su propia ciudad”.

Valente coincidió y estuvo de acuerdo con los criterios del arquitecto Ramón de Torres, al exponer el problema que supone que “la arquitectura se presente como un proyecto comercial y no como un proyecto cultural”. Según Valente, “en la medida que en Almería se sienta la falta de cultura como una forma de pobreza , yo creo que todo lo que se haga en el orden de la arquitectura y del urbanismo es extraordinariamente importante”. En este contexto, pues, siguiendo a Valente, es necesario establecer los valores de la relación entre los edificios y sus habitantes, los aspectos culturales, sentimentales e intelectuales que descifren las claves de la ciudad y sus habitantes, de Almería y los almerienses, de los barrios y sus relaciones.

Y por eso, creo que es el momento de promover un encuentro de los almerienses y volver a encontrar el sentido de un Casco Histórico que está agonizando. Y si la ciudad vieja se muere, al final toda la ciudad de Almería se convertirá, más tarde o más temprano, en un cadáver urbanístico.

Miguel Ángel Blanco Martín (secretolivo.com  27-3-2016)

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