LUCES Y SOMBRAS EN LA RESTAURACIÓN DE MONUMENTOS DE LOS ÚLTIMOS AÑOS EN ESPAÑA”, de Antonio Almagro Gorbea, Académico Numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Presentamos el artículo de Antonio Almagro Gorbea, publicado en el Boletín de la Academia, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Antonio Almagro,  Numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y profesor de Investigación especializado en Arquitectura Islámica en la Escuela de Estudios Arabes de Granada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, mostró su actitud crítica ante la restauración de la Muralla de Jayrán, que denunció nuestra asociación Amigos de la Alcazaba.

En su magnífico artículo se hace una revisión de algunos de los hechos y circunstancias relacionados con la conservación del patrimonio durante los últimos treinta años. Se reflexiona sobre los cambios acaecidos en la gestión desde las administraciones públicas, sobre determinados aspectos de la evolución de criterios así como sobre algunas de las intervenciones efectuadas en esos años y su repercusión en ciertas formas y criterios de actuación aún vigentes, basados más en el lucimiento de autores y promotores que en las necesidades reales del monumento y que son objeto de la correspondiente crítica. Todo ello desde la propia experiencia vivida por el autor.

LUCES Y SOMBRAS EN LA RESTAURACIÓN DE MONUMENTOS DE LOS ÚLTIMOS AÑOS EN ESPAÑA
ENLACE: ANTONIO ALMAGRO

«Por otro lado, siguen sobrevolando veladas insinuaciones de considerar los plantea­mientos que se centran fundamentalmente en preservar valores conceptuales y estéticos de las obras del pasado como fuera de lugar e incluso contrarios a la idea de vanguardia y contemporaneidad. Así, mientras en el siglo XIX se presentaron como signos de progreso la demolición de las murallas que aún cercaban las ciudades, generalmente sin dejar ni un vestigio de las mismas por considerarlas signos retrógrados del pasado o se demolían conventos suprimidos por las legislaciones desamortizadoras para abrir plazas o construir cuarteles, la progresía del siglo XX, al enfrentarse con una opinión pública que ya no ve con buenos ojos el derribar construcciones emblemáticas, ha optado por hacer gala de progresismo afanándose en alterar la estética original de los monumentos bajo la excusa de su adaptación funcional o muchas veces por el simple capricho de que quede patente y bien visible la actuación contemporánea, acciones en las cuales se suele contar con el aplauso y complicidad de los políticos que creen de este modo poner velas a Dios y al Diablo, al atender a la conservación del patrimonio y estar en lo más avanzado de la mo­dernidad y el progreso, como si a estas alturas aún siguiéramos enzarzados en la estéril confrontación de conservación y progreso«.

«La actuación perpetrada en el Teatro Romano de Sagunto es todo un ejemplo de la búsqueda de la notoriedad por parte de los políticos y los autores del proyecto a costa del monumento».

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